Cercados en Magaluf: ´Tenemos que construir vallas de casi dos metros para que los guiris no entren en nuestras casas´
La semana pasada las autoridades de Magaluf anunciaron una nueva ordenanza que prohíbe el consumo de alcohol en la calle. Las nuevas normas han sido creadas para intentar combatir la imagen lamentable que se da del municipio y el 'balconing', moda que ha matado a muchos turistas en los últimos años.
En la prensa inglesa hemos visto unos cuantos artículos donde se ridiculiza a los que se han ganado el apodo de ´guiri´en España. Pero la mayoría de las columnistas en Inglaterra no prestan atención a nuestros adolescentes y sus problemas. Después de todo, estamos más preocupados por Isis, la FIFA y la consulta sobre la UE que del libertinaje de nuestros jóvenes fuera de nuestro país.
Pero en Mallorca, la campaña contra los turistas británicos ha llamado mucho más la atención. Los "invasores" han convertido Magaluf en una pesadilla para los que tienen la mala suerte de vivir allí. No se siente lástima ni empatía por los que vomitan en plena calle u orinan en las playas. Solo se siente odio, puro y simple.
"Como bien sabrá, Magaluf es un municipio turístico donde viven 4.500 habitantes. No es un parque temático de alcohol y borrachera como muchos de ustedes creen", dice Miguel Zuñiga, un ingeniero que vive en la localidad.
"Aunque algunas zonas parecen la antigua ciudad sin ley de Kowloon, en Magaluf tenemos colegios, servicios de atención primaria, polideportivos, parques, residencias de ancianos, talleres mecánicos, sucursales bancarias, iglesia... como en cualquier otro pequeño pueblo de Europa".
"El turista británico es, para mí, muy molesto, irrespetuoso, ruidoso, sucio, mezquino e indeseable. ¿Cómo cree que debo explicarle a mi hija de 3 años si paseando por la playa nos encontramos con una señora, cómo no, británica, haciendo sus necesidades mayores y dos energúmenos mirando por abajo como evacua? ¿Se puede en Inglaterra hacer bulla y organizar reyertas callejeras?, se pregunta Zuñiga.
"Lo peor de todo es que poco a poco entre los vecinos se va generando un odio cada vez más grande hacia los británicos. Nosotros los sufrimos durante tres meses, el resto del año estamos muy tranquilos, no los echamos de menos."
Este punto de vista que nos aporta Miguel Zuñiga está muy extendido. Otro miembro de la comunidad, el estudiante Kevin Pery, apunta: "Me cuesta recordar que hay ahí, a parte de bares, drogas, fiesta y borrachos. Nadie recuerda que había antes de eso. ¡Nadie se acuerda de las playas de Magaluf! ¡Imagínate!"
Pery señala que le encanta que vengan turistas a Magaluf, pero la cultura que han traído los británicos le da asco y cree que la epidemia de borrachera ha convertido a su pueblo en "un punto negro de la isla." "Solo vienen a beber y poco más" dice Pery. "Ni siquiera se molestan en conocer nada, ni prueban algo de comida mallorquina, nada. Solo beben, comen en el McDonalds o kebabs baratos. No salen más que a comprar ropa a un Zara y regresan a su casa durmiendo en el avión de la resaca que llevan encima. Ni siquiera se han fijado desde la ventanilla de que Mallorca es una isla".
"(El típico turista) es muy parecido a los personajes de Geordie Shore. Como se les ha dejado hacer lo que quieran, conciben Mallorca como un lugar sin ley donde da igual las cosas que hagas mal: como no es tu casa, no te importa y, además, no te van a reñir".
"Yo he ido (a la calle de Punta Ballena, punto neurálgico de Magaluf) y el recuerdo que tengo es bastante malo. Todo el mundo borracho, gente que no se sostiene en pie, orinando y vomitando en medio de la calle, peleas a botellazos... ese tipo de cosas. Aunque he escuchado más atrocidades (que por suerte no he visto) como violaciones, ´mamading´..."
Para las mujeres, la prueba de cruzar la calle de Punta Ballena es especialmente asquerosa, según la periodista Vanessa Sánchez, que cubre la información local de Magaluf con sus compañeros de la television nacional.
"Intentan ligar contigo y si no aceptas, van a meterte mano," dice Sánchez. "Me siento más segura porque mis compañeros están por ahí. Pero una vez estaba sentada en un banco y me entraron dos chavales de 18 años. Les tuve que dar una ligera patada para que se fueran y me dejaran en paz."
´El olor es insoportable´
La periodista nos describe el "espectáculo" que se vive en Punta Ballenta. "Es lamentable. Más allá del ruido, de la suciedad (¿no os enseñan en Reino Unido a utilizar las papeleras?) y de no tener ningún tipo de conciencia social sobre qué está bien y qué esta mal, yo he visto agresiones, a turistas borrachos manteniendo sexo en público sin ningún tipo de pudor y a muchos hacer sus necesidades (pipí, caca) en la calle. "El olor es insoportable y los servicios de limpieza de Magaluf se tienen que emplear bien a fondo para que al día siguiente, al menos, se pueda ir a la playa sin pisar cristales, bolsas o excrementos", añade.
Las turistas han creado una economía de la noche en la que los vendedores de 'María' y las prostitutas merodean por las calles. El ingeniero Miguel Zuñiga afirma que ya hay establecida una red mafiosa por la zona y que incluso, miembros de la policía local están involucrados.
Pero tal vez el aspecto más alarmante de esta epidemia de borrachera es el´balconing´, una "actividad" que ya se ha cobrado las vidas de muchos turistas.
Sánchez, al respecto, nos cuenta: "Como reportera y periodista que soy, he visto a jóvenes turistas borrachas cruzando de un balcón al otro sin ningún temor. Y lo peor, he entrevistado a británicos horas después de que un amigo suyo se cayera desde el balcón y siguiera ingresado en estado muy grave en el hospital.
"Les daba igual -aún estaban intentando superar la resaca y ni habían avisado a sus padres ni ellos mismos parecían interesados- en saber si su amigo iba a poder andar".
" ¿Que si el problema está empeorando? De momento, y sin empezar aún la temporada de verano, sumamos ya 3 muertos", concluye.
Viviendo rodeados de agresiones y noches interminables de desenfreno, los vecinos de Magaluf han elegido dejar su pueblo a los británicos. "No se nos pasa por la cabeza ir a la playa de Magaluf. Los británicos nos la tienen secuestrada" dice Miguel Zuñiga. "No verá españoles en Magaluf, la mayoría opta por ir a la playas de Palmanova a tan solo 500 metros."
Según Vanessa Sanchez, la calle de Punta Ballena "no es una zona a la que vayan españoles. No se sale por ahí para nada, es territorio británico. No hay nada agradable que hacer ni ver y los comerciantes no quieren españoles."
Los vecinos, además, están siendo acosados por los turistas. Zuñiga cree que esto es un hecho que queda demostrado viendo los vallados de las casas de la zona. "La normativa municipal limita la altura a 0.5 metros y 1.20 en algunos lugares. Pero si no superamos el 1.80, los británicos directamente entran en nuestras casas. De hecho, algunos vecinos deben contratar seguridad privada para evitar ser asaltados por hordas de borrachos".
"A mí no se me pasa por la cabeza ir a Londres y ponerme a romper sin motivo los jardines públicos, ni colarme en casa de un arquitecto londinense, defecar encima de su mesa de despacho y limpiarme el trasero con unos planos en papel vegetal. Tampoco se me ocurriría caminar por la calle y cuando un coche se acerca y para no atropellarme subirme en el capo a bailar jocosamente mientras su paciente conductor espera a que termine el espectáculo. Pues todo esto se le "ocurre" a sus compatriotas".
Sin embargo, hay quienes defienden que sin el dinero inyectado por los ´guiris´, Magaluf no sería capaz de sobrevivir.
Para Kevin Pery este razonamiento es absurdo. "Para nada. Quizás (los turistas) sostengan a los hoteles y comercios de Magaluf pero desde luego, la imagen que están dando a Mallorca nos perjudica mucho más".
´Qué beneficios se obtiene de un turista maleducado y roñoso´
Miguel Zuñiga lo explica de una manera más clara. "Yo tengo vecinos que tienen locales de borrachera en Magalluf; sé que tienen ingresos netos por encima de los diez mil euros diarios por local. Hay quien tiene una veintena, con lo que se puede imaginar que eso es mucho dinero, aunque la temporada dure solo 90 días.
"Pero ¿y el resto? ¿Qué beneficios se obtiene de un turista maleducado y roñoso? Todos los vecinos podemos contar anécdotas sobre británicos borrachos, heridos, vandalismo, la policía... El perfil siempre es el mismo: el de un niño insolente y consentido, menor de 25 años, con falta de personalidad y que, arrastrado por su grupo, aparenta estar pasándoselo en grande."
Preguntamos, pues, qué se puede hacer para mejorar la situación. Pery cree que, además aumentar el número de policías, el ayuntamiento de Magaluf tendría que adoptar más medidas y olvidarse de los "amiguismos" con los dueños de los locales de Punta Ballena. También "falta que el empresario invierta en otra clase de turismo y no se conforme con montar un supermercado cutre en Magaluf."
Vanessa Sánchez coincide en que la zona necesita inversión, y recalca que ya se han puesto en marcha algunos proyectos, como la regeneración de la zona que está llevando a cabo el grupo hotelero Meliá. "Además, a pocos metros de Punta Ballena podemos encontrar el Nikki Beach, el Sol Wave House... establecimientos destinados a un público de clase media-alta".
Pero por el momento, los turistas siguen llegando y optando por el turismo de borrachera. A pesar de la nueva campaña liderada por el ayuntamiento, la bandera de St. George ondea en lo más alto de la calle de Punta Ballena y los locales continúan sufriendo.
"Si todos los británicos de ahora son así, yo creo que tienen graves problemas psicológicos. Deseo que dejen de venir a mi pueblo... de hecho, pagaría para que no viniesen."
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